Hermanos de la Sagrada Familia

PASCUA DEL H. ANSELMO MILLÁN

El pasado 18 de octubre de 2025 falleció en Valladolid nuestro H. Anselmo Millán. Su partida nos llena de una mezcla de tristeza serena y de profunda gratitud. En este momento de despedida queremos detenernos, con respeto y cariño, a contemplar su vida como Hermano de la Sagrada Familia, una vida sencilla, fecunda y entregada.

Anselmo nació en Gómara, en los altos campos de Soria, el 3 de noviembre de 1945. El pequeño de Don Anselmo y Doña María Josefa, ejemplos vivos para nuestro Hermano de fe, de trabajo y de honradez. Con apenas once años ingresó en el aspirantado de La Horra, el 22 de septiembre de 1956. Allí comenzó un camino de maduración humana y espiritual que culminaría, después de su profesión religiosa en Sigüenza, allá por 1962, con su profesión perpetua en Los Molinos (Madrid), el 16 de julio de 1968.

Los primeros años como profesor, pasó por Valladolid, Burgos y Barcelona, lugar donde comienza a tontear con las matemáticas. De sus informes se deduce que Anselmo de joven contaba con buenas capacidades para el estudio, aunque él mismo, en una carta al Provincial, en junio de 1973, reconoce que eso de las matemáticas se le estaba haciendo cuesta arriba. De su petición de hacer un parón en la carrera surge la decisión de aceptar la propuesta del Provincial para formar parte de la nueva comunidad de Finisterre, lugar que marcó profundamente su vida y su misión. Cosas de Dios…

Tras cinco años en Fisterra, es enviado a Madrid, esta vez sí, para estudiar y licenciarse en Matemáticas, cosa que consiguió en septiembre de 1982. Durante muchos años se dedicó con pasión a la enseñanza, acompañando a generaciones de alumnos con rigor, paciencia y cercanía. En el aula, además de matemáticas, transmitía actitudes: el gusto por aprender, el valor del esfuerzo y el sentido de la responsabilidad. Tras su misión en Madrid, Anselmo es enviado a Burgos como Director del colegio y profesor de matemáticas, hasta que seis años después es enviado a Gavá, esta vez como administrador. Finalmente, en 1997, es enviado a Burgos hasta su jubilación en el 2010. Las comunidades de Sigüenza y La Horra pusieron la guinda a su experiencia comunitaria.

Anselmo no buscaba protagonismos… recuerdo que más de una vez dijo que su misión era “comprar el pan” y de paso charlar con los que por allí se encontraban… y es verdad, porque eso de charlar se le daba bien, era un disfrutón de la palabra, y daba igual que fuera política, panorama nacional, eclesiástico o local, … Anselmo tenía labia.

Estando en La Horra, este último curso, su delicada situación de salud, llevada con abnegación y en silencio, le llevó a dormir muchas noches en una silla hasta que la enfermedad le obligó a salir de allí e incorporarse a la comunidad de Valladolid, como decía él, de visitante. Aceptó el tratamiento oncológico con serenidad y entereza y aunque era consciente de su gravedad, nunca se quejaba del dolor, e incluso tenía fuerzas para bromear con el personal de enfermería.

Hoy, al despedirle, damos gracias por todo lo que el H. Anselmo ha sido entre nosotros: un educador apasionado, un hermano fiel y un testigo sereno de la esperanza. Su vida, tejida de sencillez y de servicio, sigue hablándonos de lo esencial: amar a Dios y a los hermanos resume la ley entera.

Nos queda su memoria luminosa y la certeza de que ya goza del descanso prometido, en el abrazo del Padre, a quien consagró su existencia.

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